jueves, 16 de octubre de 2008




La tradición popular.

Para la iglesia católica, Todos Santos y Fieles Difuntos; para la tradición popular mexicana, muertos chiquitos y muertos grandes. Comúnmente denominada La Fiesta de Día de Muertos es una serie de prácticas que lo mismo nos lleva al recogimiento que a la fiesta, al llanto, que al regocijo del recuerdo.
Nuestros muertos se toman el permiso para deambular y hacer sentir su presencia entre nosotros. Los recibimos con un ánimo en el que la alegría y la tristeza se entremezclan; arreglamos su sepulcro para compartir con ellos los alimentos; preparamos ofrendas que colocamos en nuestra casas o en sus tumbas; elaboramos comidas y bebidas especiales, tocamos música y bailamos en su memoria, componemos versos, lo mismo muy sentidos que burlones, en fin, lloramos, reímos e incluso nos mofamos de la muerte y de los difuntos, eso sí, con todo respeto.
Año tras año compartimos un rito donde nos reunimos simbólicamente los vivos con los muertos, en un acto que a los vivos nos sirve para recordar a nuestros difuntos para afirmar nuestra creencia de que algún día nos reencontraremos con ellos, en el mundo de la convivencia pacífica.
Esta festividad comprende varios días. De acuerdo con la tradición popular generalizada, el 1ro de Noviembre se dedica a los niños y el día dos, a los adultos. En algunos lugares la celebración inicia el 28 de Octubre, día dedicado a aquellas personas que murieron en algún accidente, mientras que en otras, el día 30 de Octubre se recibe a las almas de los "limbos", menores que murieron sin ser bautizados.
Por lo general, la celebración es preparada con días de anticipación; la familia y los pueblos enteros se dedican a la elaboración de artesanías, bebidas y platillos que ofrendarán, así como al acopio de los materiales con los que se construirán y adornaran los altares. También en días previos se arreglan y adornan las tumbas en los cementerios.

Altares de vida para los muertos

Un elemento primordial del Día de Muertos es la ofrenda dedicada a los difuntos. En su elaboración interviene toda la familia para recordar y rendirles tributo; por unos días se convierte en altar a la memoria y al reencuentro con el pasado. Se cree que a este lugar arribarán las ánimadas para disfrutar de los alimentos y las bebidas que en vida prefirieron. En la ofrenda también son colocados elementos simbólicos y rituales de acuerdo a las costumbres locales o familiares. También es costumbre adornarlas con arcos de flores y papeles multicolores.
No existe un modelo de ofrenda, sin embargo hay elementos que podemos encontrar en la mayoría de éstas, lo importante es el sentido que cada familia, cada grupo y cada pueblo le da.

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